Aprovechando la soledad y la planta rodadora que vuela por este páramo abandonado, puedo oficialmente decir, seguido de un oh, Dios mío, que ya conozco la razón de mi pesar. Tengo mal de amores, aunque no sé con qué tipo de connotación definir ése el mío amor, pues hay mucho tipo de afectos, lo que todos tienen en común es que, definitivamente, duelen.
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